De familia de escultores, su padre, José Piquer, era director de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos
en Valencia, de él recibió su formación escultórica. Viaja a México en 1836, a Estados Unidos y
finalmente a París, regresa a Madrid en 1841, donde es nombrado escultor de cámara, y Director de Escultura
en la Academia de San Fernando.
Su obra se clasifica dentro del romanticismo, hizo por encargo, varias esculturas de Isabel II, destaca la
de cuerpo entero en bronce costeada por el comisario de Cruzada Manuel López Santaella, para la plaza de
Isabel II donde se colocó en 1850, de la que existe copia en mármol depositada en la Biblioteca Nacional de
Madrid empleada para la reproducción de la escultura original colocada en su primitivo lugar en sustitución
de la destruida en tiempos de la II República. Se le contrató para realizar varias esculturas para el Palacio de
San Telmo de Sevilla.